La Alianza del Pacífico (AP) es un mercado potencial de gran atractivo para el Ecuador. Es un bloque comercial integrado por más de 225 millones personas, con un PIB per cápita promedio que supera los $17,000. México, Colombia, Perú y Chile la fundaron en 2011, y en la actualidad cuenta con 59 países observadores y 6 candidatos a Estados asociados. Entre ellos, Ecuador.
En el marco de la XIV Cumbre de la Alianza del Pacífico, los presidentes de los cuatro miembros plenos dieron la “bienvenida a Ecuador como nuevo Candidato a Estado Asociado a la Alianza del Pacífico”. Además, se comprometieron a definir, durante el segundo semestre de 2019, los términos de referencia que guiarán la negociación para acceder a esta nueva condición. Esta misma promesa también se la hicieron a Corea del Sur.
En el 2017, los países miembros de la AP definieron esta nueva figura de Estado Asociado. Y aunque se trata del mecanismo oficial para establecer acuerdos comerciales entre el bloque y otros países, no implica ser miembro pleno. Ese es otro trámite.
Es decir, que durante la segunda mitad del año Ecuador recibirá los lineamientos bajos los cuales se empezarán las negociaciones para lograr un acuerdo con los países miembro de la AP. Este proceso no debería ser largo, pero Australia, Canadá, Nueva Zelandia y Singapur lo vienen realizando desde el 2017 y se espera su culminación para este año recién.
Hay que pisar a fondo el acelerador. El impacto que ha tenido la integración comercial de los países del bloque ha sido positivo para sus economías. La producción del bloque ha crecido 24%, más que el doble del promedio regional. Además, representa el 39% del PIB regional y atrae el 25% de la inversión extranjera directa.
Asimismo, ha impulsado la diversificación de las exportaciones y el desarrollo de industrias. En Colombia, por ejemplo, la agroindustria y la auto mecánica se están desarrollando debido al comercio con la AP. En Perú, se han desarrollado cadenas de valor en sectores como el de harina y aceite de pescado.
Estas mismas oportunidades podrían experimentarse en diversos sectores productivos del Ecuador. Pero hay que competir. Por eso son necesarias las reformas laborales, tributarias y societarias que garanticen igualdad de condiciones frente a los competidores mexicanos, chilenos, colombianos y peruanos. Los enemigos de la industria nacional no son sus competidores sino las rigideces, aranceles, impuestos y demás tramitologías que encarecen la producción.
Oponerse a la integración comercial es oponerse a la prosperidad. La competencia genera eficiencia y calidad. El libre comercio eleva el nivel de vida y la riqueza de los países.
Ingresar a la Alianza del Pacífico es positivo. Es el camino correcto. Pero Ecuador puede llegar más lejos. Aún nos queda por liberar la mitad de nuestro comercio con el mundo.
Debemos acelerar la apertura comercial. Lograr acuerdos con Estados Unidos y China es indispensable.
Así subirán las exportaciones, ingresarán más capitales y aumentará la prosperidad de las familias y de los negocios.
Artículo publicado originalmente en Primicias.
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